Buscar en este blog

25 enero 2011

Libro. Capítulo 1.

     Maya Fox
    La Elegida

Londres, 27 de octubre de 2008

Joder.
       Joder, Megan.
       Estoy mal.
       Mal, ¿comprendes?
        Aquí dentro hace un calor asqueroso. Aunque me hayan cambiado de celda. Ahora ya no tengo que compartir esta mierda de rincón con esos cerdos violadores y psicóticos empedernidos con los que querían juntarme. Pero sigo estando mal igualmente, ¿lo entiendes?
       Joder, Megan.
       Tengo un montón de cosas que hacer ahí fuera.
       Y los animales que dirigen este antro incluso me tienen a oscuras.
       ¿Por qué, Megan?
       ¿Te he asustado, valiente Megan?
       ¿A qué viene esa manía de atraparme a toda costa?
       Fue un accidente.
       Tu marido no tenía que estar allí en ese momento.
       No fue culpa mía.
       Pero eres testaruda, dulce Megan.
       Demasiado.
       Y no eres nada inteligente.

       Si el muy obseso de Dave no hubiera puesto todas aquellas cámaras en su estudio nunca me habrías pillado.
       Estúpida, presuntuosa Megan.
       La que nunca da su brazo a torcer.
       La que está convencida de que siempre es la mejor.
       Pero esta vez la has cagado, deliciosa Megan.
       No deberías haberlo hecho.
       No deberías haberme perseguido. Has tardado tres años en pillarme; son demadiados.
       No tenías que haberme pillado.
       Ahora, peor para tí. No tienes ni la más mínima idea de lo que has desencadenado.
       Hay cosas, inconsciente Megan, de las que es mejor mantenerse alejada.
       Pero tú lo sabes todo. Eres tan perfecta que no sirve de nada que yo intente ayudarte. Y protegerte.
       Ahora ya estás pringada hasta el cuello.
       No hay marcha atrás.
       Porque yo estoy predestinado.
       Yo, Michael Gacy.
       Tú no crees una mierda de lo que te digo. Lo sé. Te he observado mientras tomabas notas, sentada detrás de la mujer policía que me interrogaba. "Psicótico, presenta una grave esquizofrenia paranoide con episodios delirantes muy estructurados y momentos de grave pérdida del control, durante los cuales pasa a la acción. Se le ha detectado una reducción de los nexos asociativos, severa falta de afectividad, autismo, ambivalencia", has dicho finalmente.
       Pero ¿quién coño te crees que eres?
       Ten muy presente que yo, dulce Megan, no tengo nada de autista.
       Ten presente que yo sé amar, hermosa Megan.
       A mi manera, es verdad.
       Sé cómo hacerlo.
       Él me ha elegido.
       A mí, el único entre todos.
       A mí, que no tenía historia hasta que él me iluminó. Que no tenía vínculos, ni sueños.
       Ahora tengo una misión. La más importante de todas.
       Pero debo empezar por el pincipio. Si no, no comprenderás.


  <Fragmento del libro, Capítulo 2>