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14 febrero 2014

Fruit Street


Yendo hacia la escuela me preguntas
Qué otras escuelas son graduadas.
Llego hasta Fruit Street y apartas los ojos.
Caminando bajo estos árboles amarillos
llevas bajo el brazo tu fiambrera del ejército, y tus
piernas cortas, enfundadas en ropa de trabajo,
transforman tu sombra en unas tijeras
que no cortan nada en la acera.
De pronto me dices que todos los estudiantes allí son frutas.
Todos prefieren coger arándanos porque son chiquitos.
Las bananas, dices, son los guardias.
En tus ojos veo reuniones de naranjas, y
Asambleas de manzanas.
Todos, dices, tienen brazos y piernas
Y las sandias son, a veces, tardías.
Son torpes, y son gordas.
"Como yo", dices.
Podría decirle muchas cosas, pero mejor no.
Los niños sandías, no saben abrocharse los zapatos;
se lo hacen las ciruelas.
O cómo te robo la cara...
te la robo, te la robo, y la llevaré en lugar de la mía.
Pero, sobre la mía, se gasta en seguida.
Lo hace por estirarla.
Podría decirte que morir es un arte
y que aprendo de prisa.
Creo que en esa escuela ya has
elegido tu propio lápiz
y empezado a escribir tu nombre.
Supongo que entre ahora y luego, podríamos
algún día hacer novillos y llevarte a Fruit Street
y yo aparcarla bajo la lluvia de las hojas de octubre
y miraríamos cómo una banana acompaña a la última sandía,
retrasada, a través de ese portal.

<Historias Fantásticas, Stephen King>

1 comentario:

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